SAN AGUSTÍN

Tomás y Guzmán preparando la paella en La Chopera

Un poco resacosos después de la larga noche anterior nos preparamos para ir de Jira a la Chopera. Antes íbamos a Recuércedes que está aguas abajo del Tirón, pero ya llevamos muchos años que la hacemos en la Chopera, al lado de las Piscinas, por eso lo de Jira es mucho decir porque está en el mismo pueblo.

Hay que buscar buen sitio a la sombra, ya que desde que les cortaron la cabeza a los chopos como a San Vitores, nos hemos quedado casi sin sombra. Con la fregoneta de Gamarra y el tanque de los Fernández transportamos las mesas, bancos, paellera, sarmientos y resto de utensilios necesarios.El resto de cuadrillas y familias hace lo mismo, así que hay que estar listitos. Pillamos un sitio bastante aceptable y a preparar la paella.

El ambiente, como todos los años, es estupendo. Los que tienen mesas en ellas, y los que no tirados en la hierba que también se está de maravilla. Santos, fogonero de la peña, prueba el asar unas morcillas y una careta, pero todos los asadores están ocupados. Paciencia, y a esperar a que termine alguno de los que están. Nos toca el turno y aprovechamos el fuego que han dejado los anteriores. Santos con su habilidad habitual asa las ricas viandas de manera perfecta.

Aperitivos, vermus, albariños… para ir abriendo boca, que completamos con la morcilla y la careta que están cojonudos. El plato principal es la paella que  nos ha hecho Gamarra, estupenda como siempre.

Completamos la comida con los postres, el café y alguna copilla que otra. Todo perfecto.

Alguna cuadrilla comienza a echarse agua y los calderos rondan peligrosamente por los alrededores. Afortunadamente cada uno celebra la fiesta sin meterese con los demás y  pasamos el rato tranquilos.

La charanga de Pradoluengo nos anima el cotarro y a las seis menos cuarto nos va llevando a los que vamos a ir a los toros a la Plaza que está al lado.

Hoy les toca torear a los toreros locales pero la tarde taurina estuvo un poco flojilla, se completó con tres vaquillas que hicieron las delicias de los más osados, sobre todo las dos pequeñitas, la grande tuvo pocos adeptos.

A las diez y media Jose saca el toro de fuego con su maestria y arrojo habitual que hacen las delicias de los más pequeños.

Cena en cuadrilla con mejicanas incluidas y vuelta pronto al pueblo. ¡Qué diferencia con la noche anterior¡ En el Frontón apenas había media docena de bailarines. Tiene que ser la leche tocar en una plaza con casi nadie bailando. Queda el consuleo de que se cobra igual. Supongo que más tarde se animaría con los que se quedaron a esperar a la traca final.

¡Y HASTA EL AÑO QUE VIENE¡