Grupo de caminantes rumbo a Tormantos. |
23 de julio de 2023
Hoy me he animado y me he apuntado a la ruta. Cuando hemos comenzado ya se había formado la mesa electoral en las Escuelas, así que habían madrugado más que nosotros. Esta vez el grupo era majillo, cerca de veinte caminantes comenzamos la marcha dirección este con el sol en la cara. Hacía fresquito pero se veía que enseguida entraríamos en calor. Nos alejamos de Cerezo por el Manzano y tras cruzar el río Recilla, y a buen paso, enseguida llegamos a la fuente Los Campos, el camino de Hoyo e Iabre estaba muy polvoriento, pero como estaba todo cosechado se podía ir por las piezas. Ahí pudimos observar era mal año viendo la escasez de paja y los testigos que habían dejado los labradores para los seguros. Unas hermosas fincas de girasoles daban colorido al recorrido. Llegamos a Quintanilleja y pudimos ver las escasas ruinas de alguna casa, de la Iglesia de San Millán y el Cementerio, y algún corral que otro.
Atravesando los rastrojos y bordeando algún patatal, cruzamos el río Robrillos por un pequeño puente de hierro que había preparado el Ayuntamiento de Tormantos. Estábamos cerca del pueblo riojano y llegamos en un suspiro a la plaza. Gracias al Valenciano por abrirnos la puerta de la iglesia dedicada a San Esteban. La tienen muy bien cuidada y limpia. Tras ver los hermosos retablos y un bonito belén que tienen montado fijo en un cuarto aledaño, y tras saludar a la imagen de Sean Vitores, iniciamos el camino de vuelta. No nos podíamos entretener mucho para que no nos pillase la calorína. Como volvimos por el mismo sitio, la vuelta fue bastante rápida y en una hora estábamos en la chopera dispuestos a dar buena cuenta del suculento almuerzo que nos habían preparado Pauli y Eduardo. Doce kilómetros y medio y otra bonita mañana en buena compañía.
Hoy me he animado y me he apuntado a la ruta. Cuando hemos comenzado ya se había formado la mesa electoral en las Escuelas, así que habían madrugado más que nosotros. Esta vez el grupo era majillo, cerca de veinte caminantes comenzamos la marcha dirección este con el sol en la cara. Hacía fresquito pero se veía que enseguida entraríamos en calor. Nos alejamos de Cerezo por el Manzano y tras cruzar el río Recilla, y a buen paso, enseguida llegamos a la fuente Los Campos, el camino de Hoyo e Iabre estaba muy polvoriento, pero como estaba todo cosechado se podía ir por las piezas. Ahí pudimos observar era mal año viendo la escasez de paja y los testigos que habían dejado los labradores para los seguros. Unas hermosas fincas de girasoles daban colorido al recorrido. Llegamos a Quintanilleja y pudimos ver las escasas ruinas de alguna casa, de la Iglesia de San Millán y el Cementerio, y algún corral que otro.
Atravesando los rastrojos y bordeando algún patatal, cruzamos el río Robrillos por un pequeño puente de hierro que había preparado el Ayuntamiento de Tormantos. Estábamos cerca del pueblo riojano y llegamos en un suspiro a la plaza. Gracias al Valenciano por abrirnos la puerta de la iglesia dedicada a San Esteban. La tienen muy bien cuidada y limpia. Tras ver los hermosos retablos y un bonito belén que tienen montado fijo en un cuarto aledaño, y tras saludar a la imagen de Sean Vitores, iniciamos el camino de vuelta. No nos podíamos entretener mucho para que no nos pillase la calorína. Como volvimos por el mismo sitio, la vuelta fue bastante rápida y en una hora estábamos en la chopera dispuestos a dar buena cuenta del suculento almuerzo que nos habían preparado Pauli y Eduardo. Doce kilómetros y medio y otra bonita mañana en buena compañía.
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