sábado, 17 de agosto de 2019

SUBIDA AL POZO NEGRO

Foto de grupo delante del Pozo Negro.
16 de agosto de 2019
La subida al Pozo Negro ya en un clásico, y como tal no podía perdérmelo.  El año pasado no pude ir por problemas de rodilla y este año lo cogí con ganas.
Los 24 voluntariosos caminantes nos juntamos en el Frontón a las ocho de la mañana y una vez repartidos en los diferentes coches emprendimos el camino hasta Fresneda, haciendo una paradita en la panadería de Belorado para comprar el pan.
Llegamos a Tresaguas y dejamos los coches en el albergue. El día era espléndido, muy soleado y la temperatura muy buena. Nos hicimos la foto oficial y para arriba. Los primeros tres kilómetros los hicimos por una pista paralela al Tirón. Es el tramo menos bonito del recorrido y la verdad es que se hace largo. Nos concetramos en la bajada al Tirón y todos en unión iniciamos la subida por un magnífico hayedo bordeando al Tirón, el cual le cruzamos un par de veces siguiendo la senda marcada. Volvemos a concentrarnos antes de hacer la subida fuerte. Nos armamos de valor y poco a poco, cada uno a su tran tran, subimos el duro repecho hasta llegar al alto.  Dejamos atrás el hayedo y entre brezos y otros arbustos llegamos al Pozo. Esta vez he llegado de los primeros y como la mañana estaba esplendida cumplo con el rito de pegarme un gratificante y refrescante baño en las frescas agua del pequeño lago.
Ya han llegado todos y se han puesto a almorzar, me uno a ellos y me como un buen almuerzo  en buena compañía. Compartimos espacio con un grupo de caminantes de Fresneda.
Dos del grupo  suben al  Otero   y los demás nos quedamos un rato, unos charlando y otro bañándose. Ya se va haciendo la hora, nos hacemos la foto de grupo, y cuando vemos bajar a los dos valientes emprendemos la bajada. El primer tramo es peligroso y hay que bajarlo con tiento, pero después de esto la bajada es sencilla y podemos disfrutar del precioso hayedo y de los recovecos que hace el Tirón. 
Son más de las dos y ya estamos todos sin ninguna novedad donde estaban los coches. Vuelta al pueblo y la mayoría disfrutan de una suculenta y abundante paella, completada con unas costillas al horno.
Las fotos son mías, de Álvaro, María y Paco.
Jornada perfecta.



































































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