Tanto María Elena como Bruno tienen buena parte de la familia en el pueblo o relacionada con él. Y aunque Bruno ha vivido toda su vida en Logroño, sus padres son ambos de Cerezo, y ha venido a veranear desde que nació. Se da la circunstancia de que han sido siempre de la misma peña, y rizando el rizo, han danzado y todo en la misma cuadrilla de danzadores. En fin, que por conocerse no será.
Tenían intención de celebrar la ceremonia civil en el entorno del puente romano, pero el día amaneció con un calabobos peleón que duró toda la mañana, así que hubo que hacerlo en el salón de Plenos del Ayuntamiento. Presidió la ceremonia, Esther, concejala y amiga de toda la vida de la pareja. Debió estar la mar de templada. Los amigos, para darle más emotividad al acto se lanzaron a cantar la preciosa mejicana que con tanta clase canta Chabela Vargas, y que venía al pelo para la ocasión: “NOCHE DE BODAS”. El resultado estético no fue el deseado ya que están a falta de unas lecciones avanzadas, pero seguro que a los novios les encantó.
Cuando salieron a la puerta fueron recibidos por el tradicional lanzamiento de arroz. Tampoco faltó la traca y los petardos, faceta en la cual tuvieron mucho protagonismo los nietos de Agapito, primos del novio.
Fotos en La Glorieta y a comer. Los más jóvenes siguieron la fiesta por la noche en el bar de Las Piscinas. Allí, entre bailes y buen ambiente, pasaron unas cuantas horitas y completaron la noche con unas rondas en los bares del pueblo.
Pues nada, felicitar a los nuevos esposos y a sus familiares y desearles que les vaya estupendamente.
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