Empezamos con el Domingo de Ramos que además de la costumbre de estrenar algo, se hacen las rosquillas para los ramos de los niños y para comérselas, claro.
El Jueves Santo la protagonista es la limonada. Desde tiempos “inmemoriales” el Ayuntamiento tiene por sana costumbre preparar limonada para todo el pueblo que reparte en los bajos del Ayuntamiento cuando se acaban los oficios religiosos de la tarde.
Este hábito se hacía extensivo a muchas casas y a los bares. Y aunque se va perdiendo la costumbre, aún se mantiene en algunos bares y en algunas casas como la de mi madre que hace una limonada elegante.
La limonada suele ir acompañada de los dulces propios de las fechas, rosquillas, torrijas y tortas de manteca. Todo una delicia.
Os voy a dar la receta con que las hace Pedro, el aguacil, encargado de tal menester y experto en el tema ya que lleva muchos años en el oficio.
El gusto y el toque de azúcar estaba bien pillado, le faltaba quizás un poco de cuerpo al vino ya que el clarete era bastante flojillo.
La de mi madre estaba este año mejor, la había hecho con tinto y tenía más sabor a vino.
En Viernes Santo hay que mantener la buena costumbre de comer de vigilia, así que hay que aparcar la carne y el chorizo para otro día. Aunque no importa, quién dijo miedo teniendo unas cocineras en casa que nos preparan un bacalao a la riojana de chuparse los dedos, plato obligado este día en todas las casas del pueblo.
La cuadrilla no suele cenar ese día pero este año nos dio por ahí, ahora, eso sí como teníamos carne esperamos a las doce para empezar a cenar y así no pecar.
En Sábado de Gloria es costumbre que muchas de las cuadrillas del pueblo nos vayamos a cenar a las bodegas correspondientes o a
Y el Domingo de Pascua, como manda la tradición judeo-cristiana hay que comer el cordero pascual, así que todas las familias preparan un buen cordero asado, que no tienen nada que envidiar a los corderos de Aranda o Segovia.
Total que
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