No es que en Cerezo estemos sobrados de árboles singulares. Si quitamos los famosos morales de Quintanilleja, brotados de la sangre del martirio de San Vitores, poco más.
Algún chopo centenario, alguna nogala hermosa, el pino que hay en una huerta en Puentelacaldera y poco más.
Un árbol que nos servía de referencia era el chopo que tenía el único nido de cigüeñas de todo el pueblo. Durante muchos años, puntualmente, llegaba la pareja y volvía a ocupar su nido. Hace ya bastantes años, la última cigüeña debió morirse y el nido dejó de estar ocupado, y no ha vuelto a anidar ninguna pareja.
Pues anoche la chuma del chopo donde estaba el nido se cascó y adiós nido. Una pena porque era todo un símbolo de las huertas cerezanas.
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