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Vista de Quintanilleja desde el camino |
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Vista del pueblo desde la carretera de Haro. Cartel de la Riojilla. |
El 3 de enero fui a Quintanilleja
con mi hermano. La idea principal era ver el estado de la piedra de San Vitores
y si podíamos hacer algo. Lo pensé mejor y
busqué la opinión de un experto, así que llamé a Frutos para que nos
acompañase.
Vimos la piedra y Frutos opinó
que había que hacer un encofrado y preparar algo de hormigón. Como no íbamos
preparados y la obra era más seria de lo que pensaba en un principio, dejamos
todo como estaba. Habrá que contar con la colaboración y dirección del
Ayuntamiento. Así que cuando pueda ya sabe donde tiene tajo.
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Frutos y Lucio en el cartel de los morales.
Nos quedamos Lucio y yo solos.
Decidimos recordar viejos tiempos y visitar lo que queda del pueblo y sus
alrededores. Mi madre nació en Quintanilleja y nosotros hemos estado muchas
veces cuando aún estaba en pie la casa de los abuelos. En ese momento llegó
Fonso, que es de la misma familia, y como es mayor que nosotros recordaba
muchas más cosas. Nos estuvo dando una lección magistral de los últimos años de
vida en el pueblo y los pasamos estupendamente. Nos quedamos con la anécdota de
los enterramientos de tres hombres de San Millán, ajusticiados en las cercanías
durante la guerra civil. Supongo que no tendrán familiares que quieran acogerse
a la ley de memoria histórica, ya que el sitio donde se encuentran sus restos
parece que está bien identificado.
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Lucio en solar de la casa de los abuelos |
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Lucio al lado del molino de los Medrano |
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Morales sin hojas |
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Restos de la iglesia de San Millán |
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Lucio y Fonso al lado de la iglesia |
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Casa de Pío. La única que queda medio en pie. |
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Fonso abonando en la pieza de Las Poyatas |
Completamos el recorrido bajando
a visitar los restos de los molinos. Primero pasamos por los morales, que están
muy chulos con las ramas desnudas. Parece que el trabajo que realizamos hace unos
años colocando piedras en las bases para que no se cayesen ha dado sus frutos y
tienen buena pinta.
Pasamos por el molino de los
Medrano y seguimos por las huertas hasta llegar al molino de Ciri. En ambos
comprobamos la solidez de su construcción, sobre todo los arcos por donde tenía
que pasar el agua. Dimos un paseito por la ribera y vuelta a casa.
Siempre que paso por
Quintanilleja tengo esa sensación agridulce, dulce por los buenos recuerdos que
me trae y triste al ver el estado actual del pueblo que prácticamente están
desapareciendo hasta las piedras.
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Valle de las cinco |
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Lucio en el molino de Ciri |
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Restos del molino de Ciri |
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Yo en la ribera |
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Lucio en nuestra huerta con la nogala al fondo |
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